lunes, 30 de enero de 2012

Gatos, michos y mininos



Cuenta la leyenda que Mahoma, amante de los gatos, estaba sentado con su gata favorita llamada Muezza, que estaba dormida sobre una de las mangas del profeta.

En ese momento, Mahoma necesitaba salir de su hogar y para no despertarla, prefirió cortar la manga de su vestimenta a interrumpir el sueño de Muezza.

A su regreso, Muezza se inclinó ante él para darle las gracias. El profeta entonces acarició su frente sobre la que apareció la letra M de Mahoma y le otorgó además el don, a ella y a todos los gatos, de caer siempre de pie.

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